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DE LA IRA Y SU CONSECUENCIA
30 de agosto de 2006
La única cosa que nunca trato de arreglar es la ira ajena. Si una persona se quiere enojar, que se enoje... no hay nada que hacer...

Existen circunstancias y condiciones.

Si la persona es importante y la causa del enojo también... está en todo su derecho así es que no hay nada que hacer. Ni siquiera hay necesidad de que se le quite porque está bien que se enoje. Queda pedir perdón si fue una ofensa, pagar el hospital si fue un accidente, llamar a los bomberos si fue incendio... lo que sea. Pero, el enojo justificado no tiene por qué quitarse. Si el dueño de la ira quiere que se le quite, pues se le quitará pero el causante no tiene nada que hacer.

Si la persona no es importante y la causa del enojo sí lo es... da lo mismo, que haga lo que quiera. No hay necesidad de solucionar nada si la persona no tiene mayor injerencia en la vida propia. Finalmente, su estado de ánimo no nos puede ser más indiferente así es que... da lo mismo que se enoje. Y, por su sanidad mental, mejor que se le quite solito el enojo, porque nadie va a acudir al rescate.

Si la persona es importante y la causa no... pues... una persona medianamente inteligente, eventualmente, recapacita y toma conciencia que andar enojándose por estupideces no tiene sentido. Queda esperar a que eso pase, y mientras, seguir con las cosas que hay que hacer...

Si la persona no es importante y el asunto tampoco, es una ley no hacer nada. Darle importancia a un tema que no es, con una persona que tampoco... es prácticamente pérdida de tiempo.

Creo que el asunto es la venganza... ¿la dulce venganza?... ¿el plato frío de la venganza?... ¿la venganza que no es mía?...

El enojo en una persona rencorosa produce, en el tiempo, venganza.
Escrito en el desvarío de las 10:55  
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