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CRÍTICA DE COLECCIONISTAS
14 de septiembre de 2006
En una ciudad que se llama Quintero, donde hace años vivía mi hermano Pablo, hay una tienda de licores que se llama "El Químico". Las veces que iba a ver a mi hermano, me acompañaba a tomar un auto a mi casa y pasábamos por donde "El Químico" y me compraba una botellita para mi colección. No iba tan frecuentemente así es que no tengo tantas que él me haya comprado, pero varias de las que tengo son. Recuerdo que una vez fuimos a Santiago no sé para qué... creo que porque a veces él hacía cosas así espontáneas. Y anduvimos en calles que quizás no tenían siquiera nombre y ahí me compró otra que se llama Miguel Torres. No sé por qué, pero donde el Químico siempre había sólo vodkas...
En fin. Leí una vez que todos los coleccionistas tienen un nazi dentro. Eso porque toman cosas y las destinan y distribuyen al antojo propio pero no le dan el uso para el que fueron en realidad creadas.
Y el punto es que el tesoro no es lo que se tiene sino lo que falta. Como si eso lo hiciera más especial. Puede uno tener todos pero... la que falta siempre es la más importante. Y se pagan precios exhorbitantes considerando que la cosa se compra sólo para tenerla... es algo como ser obsesivo...
¿Seré?
Escrito en el desvarío de las 20:03  
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