Principal
Anteriores
Enlaces
Archivos
Atom
Rss
AGOSTO
8 de agosto de 2006
Es extraño, hoy amaneció bien soleado y despejado y son las seis treinta de la tarde y el cielo está nubladísimo, amenazante y en un par de minutos, seguro, llueve.
Recuerdo una vez cuando estaba en la escuela en la Isla, y Jorge tenía que hacer un barquito de madera para la clase de técnicas manuales. Parece que era una de esas tareas típicas que no dan tiempo, que le mandan a un hacer para el otro día.
Entonces, como íbamos a la escuela en la tarde, cuando llegábamos hacíamos tareas y el barquito quedó para el final, para dedicarle el mayor tiempo posible.
Se nos hizo de noche y mi mamá y yo ayudamos con el barquito. Tenía una base muy firme pero había que construirle los mástiles y las velas y todas las jarcias que lleva anexo. Y recuerdo que en eso estábamos cuando se puso a llover demasiado fuerte y tanto que algo pasó por los cables del tendido eléctrico y la luz se fue. Mi mamá entonces puso algunas velas y continuamos con el trabajo. ¿Qué hacía yo? Nada seguramente... pero como una de las páginas del manual para la vida que me mandó Gonzalo (y que fue la que más risa me causó) "Si no puedes ayudar, molesta. La idea es participar". Seguro sólo molestaba porque nunca he sido muy hábil con los trabajos manuales... soy como la torpeza come true.
En fin, nos quedamos despiertos mucho rato terminando el famoso barquito hasta que quedó lindo y completo. Pero llovía. Entonces mi mamá, con cuidado, lo puso dentro de una bolsa bien grande en la que cupiera holgado. Así, Jorge lo llevaría de la base sin necesidad de que colgara y se estropearan las velas.
Al otro día, seguía lloviendo y había mucho viento.
Como siempre, nos fuimos caminando al cole. Y recuerdo que Jorge llevaba el asunto en las manos pero el viento fue implacable con la nave. Al menos no se mojó, pero el niño esquivaba el viento como si llevara una joya. Me acuerdo verlo girar en la misma dirección y esconder y proteger la bolsota detrás de su pequeño cuerpo mojado con tal que no se estropeara el velamen, que era como lo más sensible y difícil de reparar.
Wow... el sentido de la responsabilidad. Si él hubiera sido menos responsable (y mi mamá también) ni siquiera se hubiera tomado la molestia de hacerlo. Pero no, el muchachito defendió su buquecito de la tormenta con toda su inteligencia... que era todo lo que tenía, en realidad.
Ahí sí cooperé. Yo le llevaba el bolso de los cuadernos para que no le estorbara al llevar el velero.
Cuando llegamos al cole, el velero sólo había perdido un par de jarcias, que no le costó mucho a él reponer. Debo decir que mi hermano no es nada de torpe y la habilidad le brota por los poros... sí... toda le tocó a él... no hubo repartición equitativa de cromosomas hábiles...
Ahora llueve y hay mucho viento.
Aunque la Isla es un lugar en el que eso no pasa sólo en invierno, es en este tiempo que recuerdo ese episodio... y pienso: "lo del buquecito, seguro fue en Agosto".
Escrito en el desvarío de las 18:41  
5 Comentarios:
Publicar un comentario
Volver a la página principal